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5 años de toda una vida

Foto del escritor: maryelmedinamaryelmedina

Actualizado: 20 ago 2023

Empiezo a escribir sentada en el avión, camino a celebrar nuestros 5 años de casados junto a Frank. Pido a Dios que me guíe en cada palabra que les escriba, para que pueda servir cada una de ellas en su edificación y así aportar de alguna manera a sus vidas y matrimonios.



Hace unos días estaba en la peluquería y la manicurista me preguntó hace cuánto tiempo estaba casada, con una sonrisa le respondí: “Felizmente casada hace 5 años”. Me preguntó a los cuántos años me casé, le dije 25. Me respondió: ¿Tan joven? Wuaooo, ¿Entonces tú si te casaste por amor?


Me pareció una pregunta curiosa, porque es algo que debería ser tan obvio pero la realidad es que cuando se habla de matrimonio ya nada se pueden dar por sentado. Al mismo tiempo, es una pregunta que me hizo sonreír desde el fondo del corazón, porque si hay algo que puedo responder con firmeza es que me casé amando a Frank.



Conocí a Frank de una forma tan particular. Si mis papás no hubieran ido a ese retiro de matrimonios al igual que los suyos, no nos hubieran presentado. Si es que yo hubiera decidido no ir al almuerzo que nos invitaron sus papás, no nos hubiéramos enamorado. Pero así son los planes de Dios, tan maravillosos que el día que lo conocí mi mamá me dijo: “Creo que le gustaste al hijo de mi amiga” y yo atiné a decir “Mamá no me digas eso que me voy a hacer ideas y yo a ese chico lo veo como para casarme”. ¡Qué tan sorprendente es esto! Lo tenía clarísimo y no me pregunten por qué, pienso que así pasa a veces. Bien dice la biblia “Dios pone el querer y el obrar en el corazón del hombre”. En ese tiempo yo ya había decidido vivir una vida de cara a Dios, así que simplemente le había dado autoridad a Él para que haga en mi vida lo que quiera y así lo hizo. Movió sus piezas para coincidir con la persona que Él me tenía preparada desde la eternidad.



¿Y fueron felices para siempre? Creo que podría pasarme horas respondiendo a esta pregunta. Empezaré diciendo que nuestro camino ha sido cuesta arriba la mayor parte del tiempo y es algo que no nos esperábamos. Yo nunca me he tomado un enamoramiento a la ligera, intuía el compromiso que implicaba, pero la dimensión a la que Dios me llevó en cuestión de días desde que decidí aceptar ser enamorada de Frank no me lo esperaba ni en mis sueños más extraños. Empezamos nuestra relación un 10 de octubre y a la semana estábamos en la clínica, Frank internado a punto de pasar por una operación de altísimo riesgo. El diagnóstico: cancer (por segunda vez, la primera fue antes de conocernos). Es difícil explicarles lo que tuvimos que vivir teniendo yo 17 y frank 24, sin mencionar que llevábamos sólo 1 semana de enamorados.


Duro, muy duro, pero desde esos tiempos empezábamos a ver señales que conocernos estaba lejos de ser una casualidad. Que Dios nos tenia un plan muy por encima de nuestros pensamientos y sueños. Así que había que estar a la altura de sus planes y para eso solo existía una forma: agarrarnos fuerte de su manto y creer que Él iba delante de nosotros, abriéndonos camino. Desde ese tiempo Dios se convirtió en nuestro guardián, como me gusta pensarlo. Ese guardián que no descansa, no duerme porque siempre está atento de nuestras necesidades.


Cuando la gente me pregunta cómo es que creemos tanto en Dios (lo cual no se si es verdad porque ya saben que el único que es capaz de medir nuestra fe es Dios), les digo que la poca o mucha fe que podemos tener se debe a que a nosotros nadie nos ha tenido que convencer que Dios vive y obra con poder, nosotros LO HEMOS VISTO. Nosotros hemos visto a Dios levantarnos cuando estábamos sumergidos en el miedo y desesperación de una enfermedad terminal. Nosotros hemos visto el milagro de la recuperación inesperada de Frank. Y ese fue el inicio de una serie de intervenciones de Dios en nuestra relación.


La alegría que sentimos el día de nuestra boda era en gran medida el resultado de todas las batallas que habíamos conseguido vencer. No puedo explicar cómo nos explotaba el corazón ese día, donde sentimos muchísima presencia de Dios especialmente en la Iglesia. Esa alegría es la que nos mantiene de pie ahora frente a los nuevos retos que nos tocan en el matrimonio.


¿Que cuál es la clave del matrimonio? En nuestro cortos 5 años puedo empezar a divisar algunas claves.


  • Disfrutar, disfrutar y disfrutar. No sólo cuando se van de viaje o de fiesta, disfrutar en la cocina mientras lavan los platos, disfrutar mientras arreglan la casa, disfrutar cuando se dividen las tareas de los hijos. Ponerle alegría y buen ánimo a los deberes, entendiendo que son “parte de”. Incluso cuando no te gustan. No hay otra forma de vivir el matrimonio.

  • Ver el matrimonio con una mirada trascendente: es tu camino al cielo ¡Así de serio! Si entiendes esto, el sacrifico y la entrega serán más llevaderas. Y por supuesto que su prioridad será tener la mirada puesta en Dios, la oración, los sacramentos ¿Es fácil? Pues la vida cristiana es un constante regresar a Dios.

  • Perdonar las veces que sean necesarias. No hay mucho que explicar aquí, hoy se equivocó él, mañana serás tú. Tiene que ver mucho con la humildad, reconocer que tú no eres mejor que él ni viceversa.

  • Tener conversaciones de calidad, no es esas que se responden con monosílabas. “Bien”, “sí”, “no”. Conversar mirándose a los ojos, sin celulares, queriendo sinceramente entender qué tiene tu esposo(a) en su interior y en su mente.


“Luego de una gran prueba recibirán grandes recompensas” Sab 3,5 Esa fue la cita que Dios nos regaló el día que empezamos a ser enamorados, la que nos sostuvo los 7 años previos a casarnos. El día de nuestra boda empezó nuestra recompensa que, quiera Dios, termine juntos en el cielo.

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