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¿Qué dirán?

Foto del escritor: maryelmedinamaryelmedina

Actualizado: 2 may 2020

Mi historia con el “qué dirán” es larga. Creo que podría empezar desde pequeña, pero mejor no voy a retroceder tanto porque sino este artículo se va a volver larguísimo.


En un momento determinado de mi adolescencia me di cuenta que mis decisiones habían estado, en cierta medida, atadas a lo que piense la gente de mi. El “qué dirán” es una carga muyyyy pesada, con la que nadie debería cargar.

Que batalla para más dolorosa la que enfrentamos cuando nos importa lo que piensen las demás personas de nosotros: “Que dirán” de mi relación, de mis hijos, de mi matrimonio, de mi economía, de mi vida social, de mi físico, de mi ropa, de mi casa, de mi trabajo, de mis papas, de mis hermanos, de mi relación con Dios, de mi comunidad, de mis viajes, de mis estudios, de mis redes sociales, de mis amigos, de mi vida. ¡Qué AGOTADOR!


Un día conocí a una chica a la que mucha gente criticaba por diferentes motivos, pero yo la veía feliz y no lo entendía, porque en esa época yo cargaba con la opinión de los demás. Entonces, en alguna conversación que tuve con ella le pregunté si es que no le afectaban las críticas que le hacían…me miró con mucha ternura y me dijo:

“Maryel, en el mundo existen millones de personas. Imagínate si yo buscara agradar a todas, no podría lograrlo porque son demasiadas, entonces me frustraría y no podría ser feliz”.


Me quedé helada...no esperaba esa respuesta. Esas palabras tan simples pero tan ciertas me marcaron. En esa época yo permitía que las críticas de otras personas entren en mi corazón y me hieran. Pero otras veces, que incluso es peor que lo primero, permití que mi imaginación me diga lo que otras personas “seguramente” piensan de mí y me angustiaba.


Cuando conocí a Dios hubieron 7 cosas que me ayudaron a cortar con esta situación en mi vida:


1. Me sentí profundamente aceptada y amada por Dios. Así como soy, tal cual por dentro y por fuera. Sin más ni menos, con las virtudes y defectos que tengo. Con mi historia, mis errores y aciertos.


2. Luego de escuchar este texto: “Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme bajo la sombra de tus alas” Salmos 17,8 Se me ocurrió pedirle en oración a Dios que ponga mi corazón bajo sus alas, para que las palabras de otras personas no entren en mi corazón y me dañen, sino que caigan sobre sus alas. No puedo explicarlo, pero después de ese momento la angustia al escuchar las críticas de los demás fue desapareciendo poco a poco.


3. Entendí que debía trabajar en mi autoestima, en estar segura de mis decisiones y ser fiel a ellas. En aceptar mi pasado, amar mi presente y confiar en mi futuro.


4. Descubrí que lo que para muchas personas significa “éxito” o “belleza” no necesariamente lo es para mí; por lo tanto, sus criterios para emitir un juicio no siempre son válidos en mi vida. Por eso, aprendí a escuchar a personas que me aconsejaran con criterios cristianos, con la verdad de Cristo que será válida en todas las generaciones.


5. Entendí que debía mirarme desde los ojos de Dios, que me mira como un Padre orgulloso, que confía plenamente en el potencial que tengo y en los dones que él me ha dado, porque Dios nos ha llamado “a ser cabeza y no cola” Deuteronomio 28,13


6. Me di cuenta que a la única persona a la que debo agradar es a Dios. Es la única forma de asegurarme que estoy haciendo bien las cosas, que voy por buen camino. Además, como nadie me conoce mejor que él, es el único que sabe verdaderamente mis intenciones cuando hago algo, por lo tanto siempre me corregirá y me alentará con la verdad.


7. Descubrí que las personas que no son felices siempre van a buscar criticar negativamente la vida de los demás y que lo que debo hacer por ellas es rezar para que pronto puedan experimentar paz en esa alma inquieta.


Para terminar, no se trata de "yo hago lo que se me da la gana sin escuchar a los demás" porque vivimos en sociedad y convivimos con personas en nuestro día a día con las que debemos mantener la armonía. Se trata de que el "qué dirán" no se convierta en una guía para tu vida y mucho menos te ocasione heridas, miedos e inseguridades. Hay que aceptar las críticas con humildad pero poniendo límites, reflexionar en ellas y de quién las recibimos, rescatar lo que nos puede ayudar y lo demás desecharlo.


Les he compartido un poquito de mi historia en este post con muchísimo cariño ¡Sean libres! Es un proceso donde hasta el día de hoy, en algunos momentos, tengo que esforzarme, pero vale la pena. La libertad que te regala Dios es hermosa, te regala alegrías, te ayuda a aceptarte, a amarte y que por sobre todas las cosas te da paz.





MM

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